jueves, 11 de enero de 2018

"Molly's game": Sorkin satura

Juegos de azar, juicios, psicoterapia, Arthur Miller, conflictos familiares, mafia rusa, y más, a una velocidad de vértigo. Todos estos elementos confluyen en Molly's game, el debut en la dirección del reputado guionista Aaron Sorkin, ganador del Oscar por La red social (2010) y responsable de las historias (originales o adaptadas de obras de otros autores) de interesantes títulos como Algunos hombres buenos (en la que adaptaba su propia obra teatro), o Steve Jobs (2015). También destaca su labor en el terreno televisivo creando premiadas series como El Ala Oeste de la Casa Blanca (1999-2006) o The Newsroom (2012-2014).

Con una carrera como la mencionada un servidor tenía unas expectativas que no se han cumplido y ha salido decepcionado y, sobre todo saturado, de ver Molly's game por la cantidad de información que proporciona al espectador durante dos horas y veinte minutos para contar la historia de una mujer que, después de una trayectoria como esquiadora de alta competición se dedica a la organización de partidas de cartas de alto standing y las consecuencias económicas y jurídicas que tienen. El propio Sorkin adapta el libro de Molly Bloom, la protagonista real (nada que ver con el personaje de Ulises de James Joyce, del que por cierto, se hace una referencia en el filme) y, bajo el punto de vista de un servidor, Sorkin no se maneja bien como director, aunque logra un tono realista a la hora de mostrar cómo se desarrollan las partidas de cartas

Parece que, como esta vez, lleva la batuta, se ha desbordado, y la historia se le va de las manos porque en los títulos mencionados como guionista estaban directores experimentados como Rob Reiner, Danny Boyle o David Fincher que sabían dosificar la información de las escenas y dar óptimos resultados. Molly's game parece ser un claro ejemplo del dicho "Yo me lo guiso, yo me lo como" para contar algo que ni es una historia de superación ni la protagonista es una heroína (en ese aspecto la película es honesta). También hay elementos que parecen metidos con calzador, como la actitud de la protagonista al decir una frase que evidencia que ha leído Las brujas de Salem de Miller y que parece que ha vivido como una revelación que cambia su actitud y, sobre todo, hace comprender lo motivos de la actitud que toma cuando es llevada ante la justicia,

Ante tal batiburrillo de datos, cifras y términos específicos relativos al póker (donde se abusa en demasía de la voz en off) el interés se va perdiendo porque, además, sólo la profesionalidad de algunos de los actores del reparto, salvan los muebles, destacando una gran Jessica Chastain que afronta un personaje que, en opinión de un servidor, en otras manos no hubiese resultado creíble, pero Chastain ha demostrado en su ecléctica carrera que puede con todo y el personaje no se le va de las manos. En cambio con otros actores no ocurre lo mismo. Idris Elba (en la piel del abogado que defiende a Molly) está correcto aunque roza en un escena la sobreactuación y Kevin Costner no está creíble como padre de Molly, teniendo una escena con ella al final de la película en la que tendría que haberse lucido y la desaprovecha. Eso también demuestra que Sorkin flaquea un poco en la dirección de actores, haciendo bueno el dicho de "Zapatero a tus zapatos", porque en su bautismo de fuego como director se ha quemado y es una pena por las expectativas creadas ante un guionista de calidad y prestigio demostrados sobradamente. Otra vez será.     

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