martes, 2 de enero de 2018

"El gran showman": Llamativo musical con mensaje

El musical parece vivir una nueva juventud porque, los que se hacen, se convierten en éxitos inmediatos, siendo La La Land (Damien Chazelle, 2016) el ejemplo más evidente del cine reciente. Ahora ha llegado a las pantallas El gran showman, basado en un personaje real, P. T. Barnum, empresario de espectáculos que triunfó en el Nueva York decimonónico con personas rechazadas por la sociedad por sus características físicas. Valorando únicamente los aspectos cinematográficos (la veracidad del retrato del personaje daría para otro tipo de crítica), este nuevo musical está lleno de color, buenas canciones y trabajadas coreografías que hacen las delicias del amante de este género cinematográfico.

Con una clara influencia de Moulin Rouge (Baz Luhrmann, 2001), El gran showman supone el debut en la dirección de Michael Gracey, hasta ahora dedicado a los efectos visuales. Pero claro, contar con un gran equipo pone las cosas más fáciles. Primero, los autores de las pegadizas canciones, Justin Paul y Benj Pasek, son los mismos que los de la citada La La Land y el resultado no podía ser malo, ya que muchos de los temas son realmente buenos, desde la nominada a los Globos de Oro This is Me, una de las canciones más reivindicativas y sentimentales, pasando por la espectacular The Greatest Show que abre y cierra el filme o la romántica A Million Dreams, que además sirve de hilo conductor para una gran secuencia donde se ve el paso del tiempo en la vida del protagonista.

En segundo lugar, el reparto es bastante redondo para lo que quiere lograr la película: que el público vibre y se emocione, algo a lo que ayuda que la mayoría de actores principales interpreten las mencionadas canciones y coreografías. Hugh Jackman es un valor seguro, experto en este tipo de espectáculos como demostró, por ejemplo, en su inolvidable interpretación en Los Miserables (Tom Hooper, 2012) y es una gozada verlo cantar y bailar, porque tiene un gran carisma y, además, gracias al guión de Bill Condon y Jenny Bicks, muestra a un Barnum no del todo ejemplar, con algunos comportamientos cuestionables, aunque con un carácter menos oscuro y vengativo si se compara con el mago al que dio vida en El truco final (Chistopher Nolan, 2006), curiosamente también ambientada en el siglo XIX. 

Siguiendo con el reparto, un servidor considera que a Zac Efron le han dado una gran oportunidad de mostrar sus dotes como actor y cantante, fuera del universo High School Musical. La evolución de su personaje y sus números musicales con el resto del reparto y con la maravillosa Zendaya le hace ser mucho más que un ídolo de adolescentes. Por su parte Michelle Williams sorprende con sus capacidades vocales y compone un personaje hermoso donde el amor a Barnum hace que el dinero y la posición social le importen un pimiento. También destaca Rebecca Ferguson, vista este año en El muñeco de nieve, donde todo, desde la iluminación hasta el vestuario, hacen que destaque como la cantante a la que da vida, aunque el hermoso  momento musical que protagoniza, Never Enough, no sea la que lo cante.

La película reivindica el valor y los sentimientos de las personas diferentes con Keala Settle a la cabeza como una enérgica mujer barbuda y un torrente de voz. Incidiendo en que el retrato de Barnum, según muchas fuentes, está bastante edulcorado, no se puede negar que, sin pintar un mundo ideal (todos los musicales tienen un componente de hermosa irrealidad) es un espectáculo visual apabullante donde los colores llamativos cobran mucha fuerza, de ahí que destaque el vestuario diseñado por Ellen Mirojnick (ganadora de un Emmy por Behind the candelabra de Steven Soderbergh en 2013) y la portentosa fotografía de Seamus McGarvey en cuyos créditos se encuentran, entre otros muchos, Expiación (2007) y Anna Karenina (2012), ambas dirigidas por Joe Wright o Las horas (Stephen Daldry, 2002). Todo para dotar de espectacularidad a una historia sobre el mundo del espectáculo, donde, siguiendo con los colores, no todo es de color de rosa.  

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