martes, 21 de octubre de 2014

Mikel Arostegui: "'Eva ha muerto' es una desgarradora reflexión sobre el amor"

El teatro es arte y cultura y un lugar para vivir experiencias en directo que te hagan experimentar sensaciones y sentimientos. Actualmente, en La casa de la portera, en Madrid, se está representando una obra que cala muy hondo en el público y que se ha representado también en Barcelona, Valencia y Bilbao. Se trata de Eva ha muerto, un monólogo puesto en pie por segunda vez por la Compañía Teatro Fierabrás , escrita y dirigida por César Augusto Cair e interpretado por Mikel Arostegui (Bilbao, 1990). El joven actor, salido de la cantera de la prestigiosa Escuela de Cristina Rota, se desnuda física y emocionalmente para interpretar a Adán en el momento en el que pierde al amor de su vida. Mikel Arostegui concedió una entrevista a El Rinconcillo de Reche para hablarnos de la obra, las características de su personaje y de censura ya que la obra, en La casa de la portera hasta el 31 de octubre, fue censurada por el Ayuntamiento de Madrid cuando se puso en pie por primera vez en 2009. De todo ello y más nos habla Arostegui, un actor de gran potencial
Mikel Arostegui, el protagonista de Eva ha muerto

Pregunta: ¿Cómo llega a protagonizar Eva ha muerto?

Mikel Arostegui: Me encontraba realizando La katarsis del tomatazo, la obra que se representan los fines de semana en la Escuela de Cristina Rota, donde estudiaba. Yo estaba actuando y los miembros de la Compañía Teatro Fierabrás se encontraban entre el público. Y en un momento de cambio, César Augusto Cair, el director y autor del texto, me dijo que quería hablar conmigo y me propuso hacer un casting para una obra y en relación a esa obra posteriormente me pasó el texto de Eva ha muerto para hacerlo al año siguiente. Lo leí, me encantó y le dije que aceptaba.

P.: Uno de los aspectos que definen a esta obra es que usted la interpreta desnudo. Cuando le comunicaron este aspecto de la función ¿Cómo reaccionó?

M.A.: Ese aspecto me lo comunicaron antes de leer el texto. Personalmente no tengo problemas en desnudarme pero tampoco considero que tenga que hacerse gratuitamente y pienso que si no tiene alguna base que lo sustente no tiene sentido. Por ese motivo el leer el texto fue básico. Cuando lo leí entendí perfectamente que tuviese que salir así. No niego que al principio tuviese reparos pero luego con los ensayos se corrige. Además, yo, cada vez que voy a hacer la obra,tengo miedos como actor no tienen nada que ver con la desnudez. Me ve mucha gente cada día y la desnudez la trabajo cada día para que sea un aspecto trivial de la función. Generalmente, durante los diez primeros minutos el público mira mi cuerpo desnudo, pero luego la obra es tan tremenda que eso pasa a un segundo o tercer plano.

P.: Precisamente, con lo que dice, está afirmando la profundidad y la carga emocional que tiene Eva ha muerto...

M.A.: Claro, es que el público ve durante una hora y diez minutos a una persona que les está hablando y, por lo tanto, una función no puede sostenerse durante tanto tiempo sobre algo tan trivial como es la desnudez. Por eso, gracias a mi trabajo, consigo atraer la atención del público hacia la historia que les cuento.

P.: Hablemos ahora del trabajo que ha tenido que hacer para interpretar la obra. Si nos centramos en el terreno emocional, el texto se centra en la figura de Adán pero lo que cuenta tiene una universalidad que hace que el público se sienta identificado ¿no?

M.A.: Por supuesto, el gran cine y el gran teatro es aquel que trasciende, que te cuenta una historia relacionada con el ser humano. Esta obra es una libre adaptación de la Biblia y, aunque trate las figuras de Adán, Eva, sus hijos y Dios, lo que yo intento con todas mis energías transmitir es algo muy humano y el público ha reaccionado. Algunas personas se han emocionado mucho porque les ha llegado un mensaje.

P.: Esas reacciones le harán pensar que su objetivo, como actor, lo ha logrado...

M.A.: Sí, lo que ocurre es que es muy distinta la percepción de los actores y la del público. Cuando acabo una representación yo analizo cómo lo que he hecho y, generalmente, salgo satisfecho pero hay ocasiones en las que que considero que no lo he hecho tan bien y la gente ha salido fascinada. Otras veces percibo que en el transcurso y en el final de la obra la gente se queda sin habla y ahí siento que he conseguido transmitir lo que pretendía.

P.: ¿Hay alguna reacción de algún espectador que le haya llamado la atención?

M.A.: Hubo una persona, cuando la representamos en la sala Tarambana de Madrid, que me abrazó llorando mucho y no podía casi hablar. Sólo llegaba a decir: "Gracias, muchas gracias, ha sido genial". Eso es impagable. Después de todo el trabajo realizado, de ensayos, de transmisión de sentimientos, que sientas que has llegado a la gente, no tiene precio.

P.: Pasando al plano físico, ¿su complexión habitual distaba mucho de lo que el personaje requería y, por lo tanto, ha tenido que hacer un trabajo físico intenso o ha sido todo lo contrario?

M.A.: Siempre he practicado deporte: nadar, correr... y el físico que muestro en la obra es el que tengo en mi vida diaria, por lo que no he tenido que trabajar ese aspecto para encarnar al personaje.

P.: Pasando a los aspectos técnicos de la función, en ella se usa, musicalmente hablando Liturgia de San Juan Crisóstomo de Tchaikovsky, ¿es una música que le sirve a usted y al público para entrar más en la historia que usted cuenta?

M.A.: Totalmente, ese tema casa perfectamente con la obra, está entre lo divino y lo humano. Hay  un coro con momentos suaves y bucólicos y apoya en todo momento la obra, es una elección musical perfecta.

P.: También destaca el uso de la voz de Adolfo Coria, que ha trabajado en la radio, para ser la voz de Dios, una voz profunda...

M.A.: Así, es. Es sensacional. Yo, que la oigo cada vez que represento la obra, la considero espectacular. Es abrumadora y es otra muy buena elección.

P.: Esta obra tiene un precedente en la que fue censurada ¿qué piensa cuando ve que en pleno siglo XXI todavía se censure?

M.A.: Lo considero fatal, es un pensamiento reaccionario y retrógrado. Estamos en un momento en el que un desnudo no puede ser tabú. En esta obra no hay nada hiriente que haya que tapar. El arte y el teatro sirven para hablar y reflexionar y un desnudo me parece una buena metáfora para hablar de temas humanos. Además Eva ha muerto es una desgarradora reflexión sobre el amor y qué mejor que mostrarlo desnudo, un ser humano sin coraza, sin protección, indefenso para que la metáfora llegue perfectamente al público. Esta obra tiene un punto de humanismo tremendo y, por lo tanto, no tiene sentido que el personaje lleve unas mallas u otro tipo de subterfugio.

P.: He leído que en ciudades como Barcelona se hicieron pases para público nudista ¿Cómo fue el origen de esta iniciativa?  

M.A.: Se le ocurrió al director de la obra. Como yo salía desnudo pensó en organizar funciones para ese público. Vino mucha gente y funcionó muy bien. Las asociaciones de las distintas ciudades hablaban entre sí y estaban encantadas. Se produjo una simbiosis maravillosa.

P.: Como está hasta finales de octubre en La casa de la portera ¿Qué le diría a los lectores que estén Madrid? ¿Por qué tienen que ir a ver Eva ha muerto?

M.A.: Yo les diría que tienen que verla porque es una bonita historia de amor que todos entendemos, porque trata temas y situaciones que o nos pueden pasar o nos han pasado, tiene paralelismos con las vidas de cada uno. En la obra se reflejan los miedos de todos en cuanto a las vicisitudes personales.

P.: Es un actor muy joven ¿tiene algún personaje que sueñe por interpretar?

M.A.: Pues muchos. Ricardo III cuando tenga más edad, Hamlet, William Shakespeare en general, o a Segismundo y otros personajes del Teatro Clásico. Y con respecto al cine o la televisión, aunque no estén escritos, un personaje goloso con muchos conflictos internos.

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