martes, 21 de mayo de 2013

Baz Luhrmann y Jack Clayton o dos maneras de concebir "El gran Gatsby"

Mucho se ha hablado del último proyecto cinematográfico del director Baz Luhrmann, la nueva versión de El gran Gatsby, un clásico de la literatura americana. Al fin ha llegado a nuestras pantallas, incluso fue el filme elegido para inaugurar el Festival de Cannes.
Carey Mulligan y Leonardo DiCaprio en el filme de Luhrmann
He de decir personalmente que cuando fui a verla tenía mis reticencias, ya que conocía el peculiar estilo de Luhrmann y se da la casualidad de que hace un mes había visto la versión dirigida en 1974 por Jack Clayton con Robert Redford y Mia Farrow, aparte de leer la novela de F.Scott Fitzgerald en la universidad.
Mia Farrow y Robert Redford en la versión de 1974 de Jack Clayton
Pues bien, gracias a estas circunstancias, he podido comprobar cómo esta nueva versión es, en mi opinión una gran película, por una razón: El director de Moulin Rouge (2001) se apega a la fuerza de la historia escrita por Fitzgerald, dejando patente sus señas de identidad sobre todo en las escenas de las fiestas que Gatsby organiza o en las reuniones privadas en restaurantes o apartamentos.
La historia de amor entre Gatsby y Daisy es mostrada con todos sus matices: pasión, drama y, sobre todo, tragedia. Luhrmann acierta en el tono y en el retrato de la época los locos años 20 del siglo pasado, donde la inclusión de temas modernos no desentonan en una historia donde las juergas y el desenfreno son elementos clave de este período de la Historia.
Un instante de las fiestas de Gatsby en el filme de Luhrmann
Haciendo un poco de comparación con la mencionada versión de 1974 hay que decir que la de Luhrmann es incluso más fiel a la fuente literaria que la de Clayton y en ambas tienen lugar aciertos y errores en el casting: Gatsby, ese millonario de la noche a la mañana que está más solo de lo que inicialmente aparenta es interpretado con absoluta credibilidad tanto por Leonardo DiCaprio como por Robert Redford.

DiCaprio vuelve a trabajar con Luhrmann tras Romeo y Julieta de William Shakespeare (1996), uno de los filmes que lo afianzaron en el mapa de Hollywood antes del boom que supuso Titanic (James Cameron, 1997). En El gran Gatsby confirma su positiva evolución y madurez como actor pero, sin querer decir que no es elegante, no puede competir con la elegancia de Robert Redford

Leonardo DiCaprio con el traje rosa
Hay gente que nace con una elegancia natural y Redford es un actor elegante se ponga lo que se ponga. En el caso de esta película, esto se demuestra en un momento crucial de la historia en el que Gatsby lleva un traje rosa. Si comparamos y, es una opinión personal, el traje rosa diseñado en 1974 por la griega Theoni V. Aldredge (que ganó un Oscar por el vestuario del filme) gana al diseñado por Catherine Martin, esposa de Luhrmann y ganadora de dos Oscar (por el vestuario y la dirección artística de Moulin Rouge) y como le queda a Redford no le queda a DiCaprio.
Robert Redford con el traje rosa
En lo que se refiere al resto del reparto la última versión acierta en la elección de Tobey Maguire como Nick Carraway, incluso tiene un poco de más vidilla que el encarnado en 1974 por Sam Waterstone, sin que éste lo haga mal.
Tobey Maguire (Nick) con DiCaprio en el filme de 2013
Finalmente, las dos mujeres protagonistas dan en ambos filmes resultados desiguales: Carey Mulligan tiene una belleza frágil y atractiva que le va como un guante al personaje de Daisy
Carey Mulligan como Daisy
Por el contrario esto es algo que Clayton parece que no tuvo en cuenta al elegir a Mia Farrow. Interpretando a Daisy correctamente, Farrow no es el prototipo de mujer que uno se imagina como el amor añorado por Gatsby.
Mia Farrow como Daisy
 Por otro lado, el personaje de Jordan Baker está muy logrado por la casi debutante Elizabeth Debicki en el filme de Luhrmann, con una gran caracterización como mujer de los años 20 en vestuario y peluquería.
Elizabeth Debicki como Jordan Baker en el filme de Luhrmann
Pero, a mi modo de ver, pierde ante la apabullante belleza de Lois Chiles en el filme de Clayton.
Lois Chiles y Sam Waterstone (Jordan y Nick) en el filme de 1974
Ambas versiones pueden considerarse correctas: La de 1974, con guión de Francis Ford Coppola, tiene un ritmo pausado pero no se estanca en ningún momento y es un filme estéticamente hermoso, con una puesta en escena, fotografía y ambientación clásicas. Mientras tanto, la versión que actualmente disfrutamos en el cine no tiene nada que envidiarle a la anterior ya que el director de Australia (2008) imprime ritmos diferentes cuando la historia la requiere e impone un punto de partida ingenioso que le da una nueva dimensión al relato. Clayton y Luhrmann contaron la misma historia, con algunas diferencias creativas y narrativas. Sólo queda que el público decida con cuál se queda. Yo, con las dos.     

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