El teatro: Espejo de realidades

                              CRÍTICA TEATRAL: JÚBILO TERMINAL


La realidad está ahí, con sus panoramas claroscuros o directamente oscuros. Lo que ocurre es que hay que exponerla delante de nuestras propias narices para que reflexionemos y reaccionar. Por lo que acabo de exponer, Júbilo Terminal representa un claro ejemplo de cómo plasmar de manera cristalina esa dura realidad sirviéndose del teatro.

José Pedro Carrión y Valery Tellechea desarrollan una dramaturgia con el teatro como base: Parten del argumento de El canto del cisne de Chejov para servir en toda su magnitud el enfrentamiento entre un veterano actor asaltado por los recuerdos y los personajes que ha interpretado y una joven actriz que quiere abrirse camino en el teatro pero que le es muy difícil.

A partir de este encuentro se va alternando la exposición de pensamientos y de modos de ver la realidad con fragmentos de obras teatrales muy conocidas y que el gran José Padro Carrión escenifica en un repaso a hitos de su propia carrera: Fragmentos de Cyrano de Bergerac, El sueño de una noche de verano, Ricardo III, El Rey Lear o Timón de Atenas, entre otros van desfilando para disfrute del público y demostrando por qué es el actor de referencia que es actualmente. Pero ojo, el personaje que interpreta Carrión, con ese torrente de voz tan personal que siempre le ha caracterizado, no es el propio Carrión, a pesar de lo expuesto anteriormente.

José Pedro Carrión y Valery Tellechea en la función

Júbilo Terminal consigue por una parte emocionar (esa sucesión de fotografías de una generación de actores que ya ha desaparecido y que es irrepetible: William Layton, Francisco Rabal, Irene Gutiérrez Caba, José Bódalo y un larguísimo etcétera) y por otra parte poner las cartas sobre la mesa sobre la situación actual, algo que el personaje de Valery Tellechea hace maravillosamente con un monólogo donde denuncia la situación en la que se encuentran los actores tras terminar sus estudios de interpretación, algo que puede extenderse a otras profesiones.

La confrontación de ambos personajes se basa en cosas que se echan en cara mutuamente, reproches que hace que el entendimiento de las dos generaciones parezca que no vaya a llegar nunca,  pero finalmente se dan cuenta de que se necesitan y que se cumple el dicho de que la unión hace la fuerza, por lo tanto, una pasión común, la del teatro en este caso, es la semilla para que aparezca la ilusión por hacer algo y desaparezca el individualismo y las barreras generacionales.

Lo dicho, con Júbilo Terminal se puede gozar del teatro, de dos actores que lo dan todo en escena y tomar conciencia de lo que se puede hacer para salir adelante a pesar de las diferencias.